jueves, 7 de junio de 2012

No olvidarás


De más pibe los periodistas que se veían en mi casa eran Neustadt y Grondona. No es que mis padres los eligieran por qué eran sus referentes ideológicos. Se los veía debido a que estaban en los horarios principales y en sus programas se hablaba de política. Una política que en mi generación se planteaba como apolítica, todo lo que la relacionaba era malo, no había jóvenes en sus arterias y el descontento era generalizado.

Me detengo en estos periodistas. A veces cuando encuentro algún pibe de mi edad que repite constantemente métodos verbales discriminatorios, violencia hacía a alguien que piensa distinto, concepciones demasiado exageradas y capitalistas de la economía, o manifiestan un profundo agrado hacia las políticas de derecha. ¿Sabrán estos qué es ser de ¨derecha¨? Una cosa es un comunicador que comprende el mensaje que quiere enviar, es consciente del caos que puede generar utilizando sus crónicas y convicciones poco acertadas, pero le gusta entrar en el juego de la retorica, avalando dictaduras, promocionando la violencia, recalcando las diferencias para el interés económico de turno. Otra cosa distinta es mi generación, la de los pibes que crecimos sin que nos expliquen lo malo que ser todo cuando unos pocos hombres en nombre de la ¨PATRIA¨ juegan a ser Dios y se apoderen del estado, condenen a las ideologías que piensan distinto y que encima llamen a eso lo que la patria necesita. Siempre que alguien levantó las manos y repitió seguido esta palabra, en el pueblo sólo corrió sangre, es en su nombre que la sangre puede correr libremente. Y en estos casos los comunicadores que avalen esto son igual de culpables, al igual que los curas que esperaban a los asesinos para la confesión después de torturar y someter cruelmente a lo que no les gustaba e identificaban con la palabra ¨subversivo¨. Por eso cuando escucho defender políticas conservadoras a gente de mi edad, pienso en cuando era pibe y me tenía que morfar a Neustadt con Menem:http://www.youtube.com/watch?v=DqB-_80mqCw.

Me pongo a pensar en cómo uno al crecer hereda las palabras de sus entornos y lo que cuesta sacarse esa mochila para crear su propia opinión, dejar de repetir frases que si se piensan con lucidez no le pertenecen a uno, sino a la costumbre de oírlas. Mucho escuche en estos tiempos de la teoría de la repetición de Goebbels, solo aplicada a los medios pero en realidad también esta teoría debe llevarse al hogar y al crecimiento de los pibxs y adolecentes que crecen escuchando esa repetición. Este video con los periodistas en cuestión deja en evidencia de lo que estoy hablando: http://www.youtube.com/watch?v=VghvOLkcTjc.

El 24 de enero de 1997 apareció muerto José Luis Cabezas, recuerdo que fue el día de mí cumpleaños, apenas tenía yo unos flamantes diez años. El cuerpo se encontró a las afueras de Pinamar. Municipio últimamente cuestionado. Hasta hace unos días seguía el mismo intendente en el poder: ¨Altieri¨. Sí, es exactamente el mismo que ejercía el poder cuando asesinaron a Cabezas. El lunes pasado el concejo deliberante suspendió a este personaje de la vieja política, quien hace pocos días atrás se dio el gusto de dar sus últimos golpes a periodistas que lo investigaron.

Hoy es el día del periodista y no quiero dejar manchada semejante profesión que encuentro divinamente gloriosa y en la cual pretendo formarme. Voy a terminar así:
Éstas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles¨. Rodolfo Walsh, Carta abierta a la junta militar, 24 de marzo de 1977.


¨Eran sí, los llamados ¨perejiles¨, hombres y mujeres de superficie. No eran sofisticados. Daban la cara. Creían en causas comunitarias. Buscaban una sociedad mejor. No murieron por tontos. No murieron en vano. Murieron por generosos. Ya nadie muere ni se enferma de eso en nuestros días¨.José Pablo Feinmann, La sangre derramada, 1998.

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