Ayer se conmemoró
el “día del donante de sangre”. En distintos medios se pudo ver como trataron
el tema invitando a “toda” la gente a donar, pero hay que ser claros en el
mensaje. Hay gente que no puede.
Voy a hablarles
del problema que genera a la comunidad LGBT el no poder donar, porque esta
medida está estrechamente vinculada a cifras oficiales. En Argentina,
por ejemplo, 1 de cada tres personas trans vive con VIH, así como uno de cada 7
hombres gays, en relación a una de cada 250 mujeres. Hay que tener los sentidos
despiertos. Comenzar a hablar de los métodos que se utilizan para seguir
estereotipando a la comunidad LGBT. Se discrimina la sangre, se estigmatizan los cuerpos, se cargan de prejuicios las
relaciones íntimas y se naturaliza la discriminación para el resto de la
sociedad. Esto corresponde a un círculo vicioso que genera directamente el
sistema de salud. Una medida que viola explícitamente la Ley Anti Discriminatoria Nro. 23.952. No importa si se tiene
ganas de dar vida donando sangre, no importa si tu voluntad es someter tu
sangre a controles para ayudar a alguien que está pasando un momento difícil.
Hoy siendo hombre a la hora de donar solo importa si tuviste relaciones
sexuales con otro hombre.
Prohibiendo la donación de sangre el estado produce un
estigma difícil de combatir, una asociación directa a las enfermedades de
transmisión sexual para la comunidad gay. De esta forma se naturaliza la relación SIDA/GAY. Esta
concepción cargada de prejuicios viene
de la época llamada ¨peste rosa¨, data del 80 y fue un error muy
grande de la ciencia, el creer que un virus se manifiesta solo en personas
homosexuales; en tiempos como los de hoy, es una aberración. Pero esta
asociación sigue y está presente en la prohibición a donar sangre. Ese gran error
continúa vivo en el inconsciente colectivo de la sociedad.
ONUSIDA (el
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida), alineado a
los Objetivos de Desarrollo del Milenio que suscribieron todas las naciones del
mundo en 2000, propuso el siguiente objetivo para el año 2015: “Reducir
el estigma y discriminación hacia personas LGBT y reducir a la mitad la
transmisión sexual del VIH en varones gays y mujeres trans en el mundo”.
Me atrevo a pensar que eliminar la prohibición de
donar sangre que hoy pesa sobre las personas homosexuales y trans va a
repercutir satisfactoriamente en este objetivo planteado.
Esta semana el legislador Maximiliano Ferraro presentó en la Legislatura porteña un proyecto
de ley para modificar la
redacción del formulario interrogatorio y el artículo 3 "inciso
d" de la ley 3328, Ley de Sangre, en el que se aclare que "al
momento de donar no se requerirá información de los/las donantes respecto a su
identidad de género, vida personal, sexual, o cualquier información que resulte
discriminatoria y/o violatoria del derecho a la intimidad". Resulta
imposible no recordar en estos días en los que se comienza a debatir esta
problemática que intenta separar a las personas por su sexualidad; las palabras
de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans
utilizadas para la campaña de matrimonio igualitario: “El mismo amor, los
mismos derechos”. A buena hora comienza a tener labor legislativa este
tema, pero resulta necesario que obtenga alcance a nivel nacional para
promover la igualdad a todos los habitantes del país.
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