Si se usa preservativo es
nuestro derecho no decir que tenemos VIH frente a una pareja sexual ocasional.
¿Cómo decirlo? ¿Cuándo decirlo?
Mariana Iacono, Activista de la Red Argentina de Mujeres viviendo con VIH/ SIDA
escribió un
relato en
primera persona sobre esta experiencia y recibió ataques cibernéticos,
destapando un debate pendiente en la sociedad. Es que no muchas veces las
personas se animan a decir tengo VIH, principalmente por la discriminación, la
violencia y estigmatización.
Cuando recibí el diagnostico positivo llore, puteé de todas las formas
distintas invocando las veces que no me había puesto el preservativo, si hasta
llene de culpa cada uno de esos momentos que formaron parte de la construcción
de mi sexualidad, me costó comprender que el mecanismo de la culpa no conduce a
ningún sitio. Al otro día del diagnostico busque a mi vieja para
contarle, ese día fue distinto, pude llorar en los brazos de mi familia.
Aparecieron las culpas, como si realmente sirvieran de algo. La realidad era
que al estar atravesando el diagnostico, con el médico que me aconsejaba que
piense bien a quien contarlo, mi familia me decía lo mismo, entonces hablar de
VIH ya era complicado en ese momento, lo seria después e incluso ahora mismo.
Buscando información sobre grupos de personas viviendo con VIH di con la Red
Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos. Al formar parte de la red
comencé a comprender otra perspectiva, antes tenía una visión distinta del VIH.
A partir de ese momento pude conocer historias de pibas y pibes de todo el
país, sin querer de esa forma descubrí el VIH desde el relato en primera
persona, comenzando a hacerme cargo de ser positivo, feliz de encontrar un
espacio donde poder hablar de mí diagnostico sin recibir ningún tipo de
discriminación. Fue muy valioso, me sirvió el apoyo de compañeras y compañeros
de otras provincias con ganas de interpretar la realidad, siempre nos dijimos
que si tenemos las mismas edades y situaciones parecidas, algo debe estar
pasando y corresponde organizarnos uniendo esfuerzos.
Recuerdo que fueron apareciendo distintos miedos frente al diagnostico, uno de
ellos fue saber si podía tener hijos siendo una persona positiva. O sea si
podemos ser madres o padres viviendo con VIH. Una vez en el consultorio médico
entre lágrimas le pregunte al infectólogo si podía ser padre, que tenía miedo
de no poder serlo o que mi hijo naciera con el virus, fue la primera vez que me
dio mucha tristeza el solo hecho de pensar que me quedaría con ganas de ser
papá. Después comprendí que se puede, que mis futuros hijxs pueden nacer sin el
virus. Todo era desinformación. Hoy comprendo que los miedos no se van si no
que se transforman.
Otro miedo que apareció fue el rechazo social que ya estaba instalado pero este
miedo sería distinto, ¿contarlo a mis parejas sexuales?, ¿cómo y cuándo
contarlo a las personas con las que se va a tener relaciones sexuales?, pero si
me cuido, me controlo yendo al doctor, tengo la gracia de tener muchos CD4
(defensas que atacan el virus), y además el virus en sangre esta indetectable
hace años. Pensé muchas veces que ocultarlo es algo malo, me vi ensayando la
forma de decirlo con miedo a que me dejen de elegir, miedo a dejar de ser
deseado. La verdad es que vivir con VIH, no te liquida el corazón, ni te
convierte en una persona sin sentimientos, se sigue sintiendo, teniendo
relaciones y por sobre todo amando.
Las posibilidades de transmisión del virus dependen de las situaciones de
riesgo o sea no usar preservativo. Frente al caso de la ruptura de un
preservativo se debe acudir al hospital para consultar, siempre se puede
recurrir a la profilaxis post exposición si es una pareja de una persona
positiva en tratamiento, puede que se desestime una posible transmisión porque
existen avances científicos que demuestran que las personas que viven con VIH
al estar en tratamiento antiretroviral reducen casi al mismo porcentaje las
posibilidades de trasmisión que se tiene usando preservativo. Lo que no quiere
decir que sea el motivo de dejar de cuidarse, mucho menos dejar de consultar en
el hospital si esto sucede. Hay que usar preservativo, no existe una regla que
mida los riesgos y probabilidades, no hay un riesgometro, tampoco quiere decir
que se desestimen estudios científicos, si no volveríamos a la peste rosa, el
cáncer gay o cualquier forma cultural de instalar el estigma sobre una
población determinada.
La verdad que después de haberme reconocido como una persona viviendo con VIH,
de hablarlo con mi familia, amigos, pareja, compañeras y compañeros de laburo y
vecinos, me cansa tener que explicar a las personas que mi cuerpo no es
un arma y mi sangre no es un arma. Me cansa tener que explicar que no soy
portador de VIH, porque portan se portan las armas, y no puedo sacarme el
virus del cuerpo como si fuese un pañuelo. Hasta me sorprendió tener que
explicar estas terminologías básicas a activistas que hablan de Derechos
Humanos pero cuando hablan de VIH lo limitan a la prevención y entonces ¿el
apoyo a las personas positivas donde queda? repitiendo lucha contra sida, lucha
contra el VIH solo demuestran la poca información actualizada. El 1
de diciembre se planteo hasta el año 2011 como el Día Mundial de la Lucha
Contra el VIH y SIDA, la modificación de la efeméride promovida por ONUSIDA
declara esta fecha como el Día Mundial de la Respuesta al VIH y SIDA,
removiendo así la palabra lucha y la connotación belicista que esta lleva. Lo cierto
es que todavía tenemos que dar a conocer esta información a las personas, si
todavía tenemos que decir que no somos portadores, que el VIH no se contagia,
se trasmite, significa que estamos lejos de un debate con igualdad de acceso a
la información.
Me siento cansado de que se ataque la libertad de expresión de las personas que
viven con VIH, me cansa que no se respeten los derechos personalísimos, me
resulta peligroso que se intente criminalizar a una compañera mujer por tener
VIH y hablar del tema, que se la vuelva culpable de todos los males. Quiero que
sepan que siempre tienen que cuidarse y que pedir un análisis de VIH para tener
relaciones no es legal. Todo se soluciona con un preservativo o con un campo de
látex. Es la forma de ir reduciendo las culpas, esta sociedad vive
buscando culpables, déjenme decirles que no voy a entrar en esa lógica. Los
datos del Boletín del Ministerio de Salud de la Nación dicen que casi el 40% de
las personas que viven con VIH no lo sabe, es decir que un sector de la
población sexualmente activa piensa que no tiene el virus y por ende toma
decisiones incorrectas a la hora de tener relaciones sexuales desde el
desconocimiento de su estatus positivx.
Soy de una generación que no va a llevar una mochila llena de prejuicios,
violencias y todo tipo de discriminación, porque no nos pertenecen.
Resulta difícil hablar de VIH tan libremente cuando se sabe que
posiblemente se va a juzgar cada palabra, pero como ser humano tengo derecho a
ejercer mi libertad de expresión y tomar las decisiones que considere adecuadas
para el momento. Contarlo en definitiva es una decisión personal y autónoma.
Usar preservativo es lo correcto y es una tarea de ambas personas. Las
relaciones no deben llevar culpas, deben llevar consensos, responsabilidades
compartidas y en el mejor de los casos derivar en amor.